Colegio Santa María

Jornada Mundial de la Juventud 2023

JMJ 2023 – Jornada Mundial de la Juventud: Una experiencia maravillosa y transformadora de vidas

Por Juan Felipe Lenis

Ha transcurrido un mes desde nuestro regreso, de una aventura increíblemente especial. Doce de nuestras estudiantes, diez de grado 11, una de 10 y una de 8, una increíble mamá del grado 11, dos de nuestros colaboradores y el que les escribe, papá y asesor del colegio, vivimos tres intensas semanas, actividades todas estas relacionadas con la Jornada Mundial de la Juventud 2023, evento que organiza la iglesia católica cada 4 años, y que es difícil de explicar con meras palabras, pero con solo mencionar que más de un millón y medio de peregrinos coincidimos en Lisboa – Portugal, una ciudad de cerca de quinientos cincuenta mil habitantes, dice mucho de aquello que la vida normal puede cambiar, sea esto para transportarse, para alimentarse, para dormir en una buena cama, para incluso ir a un baño. Escribo para dejar consignada en breves palabras mi experiencia y que ello sirva de memoria para nuestras familias y para nuestras estudiantes, y para futuros proyectos en donde la “peregrinación” es una forma de conocer otras culturas, otros países y a la vez enriquecernos con la riqueza espiritual que nuestra religión católica nos ofrece, seamos católicos o no; pues para sorpresa mía, muchas personas que sin ser católicos, vivieron y aprendieron de la experiencia, dado que el concepto del “peregrino” es algo inherente a los procesos humanos, en donde la generosidad, y la apertura predominan.

Mejor que mis palabras o pensamientos estaría el de nuestras niñas, dado que especialmente para esa juventud la JMJ está pensada; aunque podría decir que el hecho de vivir esos días, también rejuveneció mi espíritu. Para comenzar con mi peregrinaje, debo decir que la Virgen y Nuestro Señor tuvieron mucho que ver. Quince días antes de que se tomará la decisión de mi acompañamiento del grupo del CSM, había soñado en que estaba de peregrino, no se si en Fátima o en Lourdes, y al despertarme le había comentado a mi esposa, que uno debería en algún momento de su vida hacer un viaje como peregrino. Para mi sorpresa y gracias a las directivas del colegio que aún no se porque fui el bendecido y el escogido se me encomendó la tarea de viajar con el grupo.

La organización de este tipo de actividades se hace con años, y para el caso de nosotros la arquidiócesis de Bogotá era la organizadora, y nos correspondió el llamado TK1, que en palabras más palabras menos, correspondía a un grupo integrado principalmente por menores de edad, y por personas llegando a la tercera edad (las Tías!!!), que tendríamos como primer destino la ciudad de Estambul en Turquía, luego haríamos una escala rapidísima en Madrid – España; para tomar un bus hasta la hermosa ciudad de Batalha en Portugal, donde se iniciaría para nosotros la prejornada de la JMJ, y de allí nos iríamos a la semana para Lisboa a vivir la JMJ 2023.

Hasta acá, simplemente uno podría hablar del viaje, y de todo lo que se hacía, sin embargo a diferencia de cualquier otro viaje de turismo, era acoplarse a la investidura del peregrino, y ser recibidos tanto en Batalha como en Lisboa por personas maravillosas que como anfitriones nos brindaron afecto y cariño, y nos permitieron vivir a plenitud esos hermosos días. En mi opinión, el solo ser peregrino, lo hace a uno reflexionar cada día en las razones por las cuales millones de jóvenes van a vivir la experiencia, a buscar explicaciones en lo profundo de cada ser, y a darnos cuenta que el mundo quiere una espiritualidad grande y viva. Hablando con nuestras niñas allá, viendo sus ganas de vivir, también sus angustias, sus necesidades, sus ilusiones, así como la de muchos otros, encuentra uno que las necesidades de un coreano, un polaco, un portugués y de un colombiano no son muy distintas, y a su vez los jóvenes en general tienen esas incertidumbres sobre su futuro, cuestionándose hoy más que nunca antes, esa necesidad de afecto, el querer o no querer hacer una familia o la posibilidad en un futuro de tener o no tener unos hijos, reflejando un miedo claro en el compromiso y en las decisiones de vida que conllevan desprenderse del yo para buscar un nosotros.

Como peregrinos, y como turistas, creo que recorríamos más de 10 kilómetros diarios, así fuimos a Nuestra Señora de Fátima, también al Monasterio de Batahla en una procesión nocturna a la Luz de la luna y con velas encendidas, dormimos muchas noches en sleeping, teníamos limitaciones de baño, y nos tocaron desafíos que amenazaron nuestra convivencia como grupo, como también situaciones que pusieron en riesgo nuestra permanencia en actividades, como la de estar en el Campo Santo dedicado a la Vigilia y al encuentro del Papá y tener a dos de nuestras niñas indispuestas, o no tener alimento y tener que hacer casi 14 kilómetros para ir y volver con el alimento, y cargando más de 10 kilos cada uno de los intrépidos e intrépidas voluntarias. Muchas emociones encontradas vivimos, pero quizás la mayor es poder ver al Santo Padre, a menos de 4 metros de distancia; y no verlo una sino varias veces, o también saber que pudimos estar en Fátima y recrear en nuestras mentes y en nuestros corazones lo que los pastorcitos pudieron vivir, o saber que en Portugal, el conocido San Antonio de Padua, no es de Padua, sino de Lisboa, y que cada iglesia que pudimos visitar tiene una historia de santidad que la antecede, como la de Nazareth que si bien es un balneario y en donde los surfistas tienen las olas más grandes del mundo para practicar su deporte, también allí se dieron milagros, especialmente como la Virgen en Nazareth evitó que el Rey se fuera por un precipicio. 

Ahora bien, también quiero trasmitir mi orgullo y admiración, por cada una de nuestras niñas que participaron en la JMJ 2023, ellas fueron dignas representantes de Colombia y de su Colegio. Su entereza, su disciplina, su alegría, su don de gentes, su facilidad para integrarse y ser ciudadanas del mundo, sorprende, también la capacidad de adaptarse y sobreponerse  a situaciones difíciles, su sentido de pertenencia y su capacidad de crear lazos fuertes entre ellas y entre las personas que nos acompañaron, también tener claro que nuestro peregrinaje no era un paseo cualquiera, sino una actividad responsable que exigía mucho de cada una, el ser juiciosas y obedientes, así como respetuosas; el poner sentido a las actividades formativas de la jornada; a buscar a nuestro Señor en las confesiones que se ofrecían por diferentes sacerdotes, a vivir a plenitud la jornada desde la Fe. Son niñas increíbles y maravillosas. 

De verdad creo que las “peregrinaciones” son un medio formativo increíble, sea la que podamos hacer a Monserrate, al Divino Niño del 20 de Julio , a Chiquinquirá, o la que se realice a Guadalupe, Medjugorje, Lourdes, Fátima, el Jubileo en Roma en el 2025  o la próxima JMJ 2027 en Corea del Sur. Como comunidad del CSM y como estudiantes del mismo, cada uno está llamado a vivir la Fe y a brindar a los demás lo mejor de sí, aspectos que se dan muy bien, cuando en situaciones como las del peregrino, toca lidiar con diferentes intereses, diferentes posiciones, dificultades, momentos de tensión, angustias, enfermedades y muchas cosas que pueden suceder, sin embargo la forma de poder salir adelante es teniendo mansedumbre, humildad, amor y fe en nuestro Señor. Dificultades, momentos complicados y complejos siempre los habrá, sin embargo lo que también aprendí de esta peregrinación es que manteniéndonos unidos, priorizándonos como grupo, resaltando nuestra pertenencia como hijos de Dios y en nuestro caso como miembros del CSM, salimos adelante siempre que antepongamos la voluntad de Dios, y el bienestar de todos por encima de los particulares de cada uno.

Quienes participamos en la JMJ 2023 podremos a quien le interese contarles más de cómo se vive una jornada de estas, así como compartirles nuestras experiencias y aprendizajes, que como digo son transformadores de vidas y maravillosos para cada una de las almas que tienen esa oportunidad de vivir ese peregrinaje.

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