Colegio Santa María

Articulo Ariana CSM

Un amigo demasiado oscuro

Por Ariana Jácome García, 11A

—Estás solo otra vez, te volvieron a encerrar en tu habitación, ¿verdad?
—alguien empezó a hablar.
No sabía de dónde provenía esa voz, pero sentía que quería ayudarme. Recordé
a mi peluche dorado con forma de oso, él siempre me aconsejaba cuando más lo
necesitaba, me escuchaba y era el único que me acompañaba en las noches. Estoy
seguro que mis pesadillas son reales y no me dejan dormir hasta las seis de la mañana,
por eso siempre tengo ojeras y, aunque intenté hablar con mi familia sobre esto,
piensan que estoy loco. Siempre estuve solo, nunca nadie me acompañó.
—Mhm…¿puedes sacarme de aquí? No quiero estar solo, por favor —rogué
para que mi peluche no me abandonara.
Odiaba la soledad y no entendía por qué él siempre me hacía esto. Aunque
también era en parte mi culpa. Yo solo lloraba y lloraba, nunca intenté defenderme por
el miedo que sentía y la poca energía que tenía.
—No puedo sacarte, pero tienes que ser fuerte. Sabes que estoy aquí para tí
—eso fue lo que dijo el peluche.
Aunque siempre lo escuchaba, nunca pude ser fuerte. Siempre estuve aterrado
del trabajo de mi papá, esas máquinas llamadas animatrónicos eran aterradoras. Solo
eran dos, un oso dorado, (igual a mi peluche, solo que el mío no es aterrador) y un
conejo dorado. Aun así, aunque estuve horrorizado de estos animatrónicos, mis padres
decidieron hacer mi fiesta de cumpleaños ahí. No entiendo qué los llevó a tomar tal
decisión, pero sabía que mi hermano Michael podría estar detrás de esto. Él siempre
me hizo bullying por ser tan débil y tan llorón.
Faltaban dos días para la fiesta. Cada momento que pasaba se sentía como un
día más cerca a una tortura masiva. Esta vez no, mi hermano me dejó tranquilo por un
tiempo. Pude salir a visitar el vecindario, y por alguna razón había muchos niños.
Algunos me saludaban amablemente, otros solo se reían de mí por tener ojeras y ser

reconocido como el “niño llorón”. Hubo una niña que llamó mi atención, fue muy
amable conmigo; era raro viniendo de alguien que no había visto nunca.
—¡Todos los niños van a ir, por eso tienes que ir! No te preocupes por los
animatrónicos, no te van a hacer nada —dijo con una sonrisa.
No recuerdo su nombre, sólo sé que se parecía mucho a mi hermana menor
pero no era, ella estaba con mamá. Después de esta charla volví a mi casa, que parecía
estar vacía. Revisé por todo lado para asegurarme que no hubiese nadie. Volví a mi
habitación y justo antes de sentarme en mi cama, mi hermano mayor salió de debajo y
me atormentó con una máscara de un zorro animatrónico de otra pizzería. Me tiré al
piso una vez más a llorar, abrazando a mi peluche con todas mis fuerzas.
—Mañana será otro día —dijo, repitiendo su misma frase de ayer.

Falta un día para la fiesta. El miedo me invade a medida que el tiempo pasa.

No quería ir, en serio no quería, tenía mucho miedo de lo que fuera a pasar,
tomando en cuenta que mi hermano iba a estar allá con sus amigos, sabía que no me
iban a dejar tranquilo.

Hoy, como cualquier otro día, me dejaron encerrado en una habitación oscura.

No podía ver nada, hasta que mi vista se ajustó a la oscuridad, descubrí varios
animatrónicos que nunca fueron construidos; los cables y sus cabezas sobresalían
dejándome acorralado al lado de la puerta.
—¡Por favor, déjenme salir! —protesté, pero no había nadie que me pudiera
escuchar—. Alguien que me ayude…por favor… —caí al piso y seguí llorando en la
oscuridad.
Esta vez mi peluche no estaba conmigo, Michael me lo quitó antes de dejarme
acá. Aun así, la misma frase que siempre me repetía, se reproducía en mi mente:
“sabes que estoy aquí para ti.
—Mañana será otro día —me dije a mi mismo.

Hoy es el día, llegó el momento al que más terror le tengo: mi cumpleaños.

Estoy casi seguro que si mi cumpleaños hubiese sido en otro lugar, estaría un
poco más contento por ir. Me preparé para lo peor, mis padres me llevaron mientras
yo les suplicaba que me dejaran en la casa. Sin embargo, no sirvió de nada. Apenas
llegamos, vi a Michael con sus amigos, todos tenían una máscara aterradora de
animatrónicos. Mis papás me dejaron ahí mientras ellos iban a saludar a las demás
familias que habían asistido a la fiesta.
Entonces, mi hermano y sus amigos me rodearon, dejándome indefenso. Como
era de esperar, me volví a tirar al piso a llorar, pero esta vez sólo caí de rodillas,
suplicando para que me dejaran tranquilo al menos por ese día. Ellos solo rieron,
ignorando mis súplicas.
—Chicos, creo que el niño quiere darle un gran beso a uno de los
animatrónicos. ¿Por qué no vamos a ayudarlo? —dijo uno de ellos mientras los demás
se agachaban para alzarme.
—¡No! ¡Por favor! ¡No quiero ir! —volví a decir, llorando y gritando a la vez,
con la esperanza de poder escapar de esa situación.
Sin embargo, no sirvió de nada. Ellos se seguían acercando a los dos
animatrónicos mientras el miedo invadía todo mi cuerpo, dejándome completamente
inmovil.
—¡Vamos chicos! ¡A la cuenta de tres lo ponemos en la boca del oso!
¡Uno…Dos…Tres! —escuché que decía uno de ellos.
Apenas dijeron tres, solo pude ver la parte interna del oso, su endoesqueleto.
Lloré con todas mis fuerzas, esperando a que me bajaran, pero sólo rieron y cuando
menos lo esperé, la boca del oso se cerró. Escuché gritos de varias personas, pero no
supe más, caí inconsciente después de eso.

—Aún estás conmigo ¿recuerdas? Somos amigos —dijo una voz.
Levanté la vista y pude ver a mi oso de peluche. Detrás de él había más
peluches, eran cuatro más. Todos fueron desapareciendo uno a uno mientras yo seguía
llorando.

—No te olvides de nosotros —volvió a hablar, esta vez solo quedaban tres.
Recuerda todos los momentos que pasamos juntos —ví cómo desaparecía otro
cada vez que mi oso hablaba.
¿Es esto un sueño? Se sentía muy…extraño.
—Siempre estaremos juntos —sin darme cuenta, desaparecieron los últimos
dos peluches, quedando solos mi oso y yo.
Lo miré con miedo de que él también se fuera. No quería estar solo.
—Yo te volveré a juntar —fueron sus últimas palabras antes de desaparecer.
Quedé solo, sin nadie que me acompañara, como siempre fue.
Siempre estuve solo…aunque…ahora que lo pienso, a lo mejor en cada
momento hubo alguien más. Estuve en este mundo oscuro que nunca me abandonó,
que siempre estuvo conmigo. Aquí me di cuenta que mi único amigo siempre fue la
oscuridad.

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